cultura y simulacro

El presente expone textos que se refieren a la constatable no realidad que experimentamos

Thursday, September 22, 2005

escrito simulado

La Ficción de lo Real

Si hay algo que ha permitido el desarrollo de la ciencia, más que la curiosidad o la sed de conocimiento, al menos en la civilización occidental posmoderna, ha sido el capital, que tributa sus recursos de acuerdo a sus intereses convirtiendo en inversión los aportes que le concede, tal como lo describió Paz.
Esto convierte la relación entre el capital y la sociedad en un vínculo de dominio por las posibilidades técnicas que la ciencia crea y que le permiten acaparar desde la instancia discursiva el objeto que se empecina en clasificar y si no lo hace, crea una nueva sapiencia para ello, esa mentalidad capitalista se sustenta en la apropiación de todo aquello que como fragmento da cuenta de un origen, de un vestigio, de una realidad patente y táctil, que justifique la linealidad del discurso histórico como una prospección de estratos explicando de este modo el principio, en tanto origen y el fin en tanto propósito, es decir el sentido.
De este modo, se produce una doble distinción; lo original, como vestigio de ese constructo y lo visible como garantía de su veracidad.
De este modo, la realidad comienza a ser articulada bajo el poder de la imagen, ésta a su vez, es reducida a signos y se establece una equivalencia con el sentido en una ecuación sobre la cual se sustenta el Poder en una coartada de persuasión donde el real sin referente se simboliza en un orden jerarquizado por el capital, las equivalencias se establecen a partir de la indistinción en el marco de un orden moral y son mediadas de acuerdo al dinero como el objeto por antonomasia y a su omnipotencia de acuerdo a cómo lo describió Marx.

El mundo real está a la vista, cuidadosamente protegido de un eventual deterioro, museificado en su sacralidad originaria, es decir, venerado en su muerte.

Cuando la realidad desaparece y se transforma en representación es porque se ha desecho del referente desde el cual se desarrollaba; la realidad comienza a ser producida a partir de los signos de ella; de los aspectos visibles que rezuma, pero expiada de todo aquello que la enturbia, a partir de los residuos de lo real se construye una realidad mejorada en un sentido de asepsia patológica que elimina la eventualidad en un sistema marcado por la muerte del referente. Surge el hiperreal.
Por otro lado, la idea de que en la restitución superficial, en el campo de lo visible, se domina el intersticio y desaparece el secreto, muere lo simbólico en el intento de su restauración.
Se instala el poder del signo en una reducción que establece su equivalencia con el sentido entendido como elemento matemático que permite la proliferación de combinaciones en un sistema infinito que elimina el azar y que considera el error como otra más de las posibilidades calculables. La alienación en la indistinción entre lo real y lo imaginario instala un mecanismo en que la idea de control sobre el azar se derrite en la imposibilidad de lo imprevisto, ya que todo se calcula y resuelve de acuerdo a un sistema de previsión catastrófica; un principio negativo de control, que sintoniza con la noción de orden vinculado al Poder que para hacer posible su instalación persuade bajo la idea de que administra lo real, la simulación constituye su amenaza, pues muerto el real los distingos carecen de consistencia y son creados artificialmente como probabilidades. Muerto el real, la diferencia entre lo verdadero y lo falso es puesta en duda, ya que en la reducción del signo a un sentido unívoco y descifrable opera un sistema que actúa basándose en la muerte del referente quedándose con su imagen; el problema entre lo verdadero y lo falso no está en el orden de la veracidad, sino en el relato, que como construcción estética escenifica su verosimilitud; surge el simulacro con una autonomía independiente del referente, depurado de cualquier residuo escatológico, perfeccionado en la artificialidad en una reducción de posibilidades en un carácter nominal sostenido en lo estático y lo estético.
Debido a la potencia de la simulación, lo real ausente desliza una nostalgia que lleva a un círculo de producción de lo real; lo real -en tanto producto- opera a través de una estrategia que disuade en la super producción de la realidad resucitándola desde la artificialidad. En la simulación, se crea la ficción del original, para distinguirlo de su doble y salvar el principio de realidad; escenario perfecto para la realidad ficcionada articulada por el montaje cómplice de los medios de difusión de masas.
Bajo el conjuro de la artificialidad de una realidad disfrazada, en la quimera de diferencias programadas y visibles, despojadas de todo valor simbólico, en una ilusión de olvido, trata de restituirse el momento previo de su perjurio como si la restitución de lo simbólico fuese posible.
En la simulación, el modelo se instala antes que la eventualidad, lo cual permite la proyección de un cálculo, de esta manera la contingencia se elimina de antemano, pues se programa la muerte para controlar la resurrección.
En una realidad articulada por signos, sin valor simbólico, se abre el paso para la proliferación de discursos, sostenidos en un relato de montaje estético, que para instalarse desecha la realidad quedándose con su huella, es decir con sus signos en una realidad que se constituye como escenificación verosímil.
El referente de equivalencias lo constituye el capital y más que su capacidad productiva su valor destructivo en la posibilidad técnica del control de la probabilidad, en una parábola nuclear, la amenaza no es la destrucción atómica, sino la disuasión sostenida en el terror, lo cual lleva a una espiral de producción y tecnificación del poder destructivo congelado como potencia disuasiva de control y de equiparación autonómica.
La idea de escenificación y verosimilitud establecida en el campo de lo real opera bajo el control del capital que construye la realidad a partir de un perfeccionamiento alucinatorio que seduce con el parecido de su fantasma- volviendo a Marx – omnipotencia del capital de impregnarlo todo transformándose en el ente que vincula las cosas y la existencia, intermediario entre el individuo y la sociedad. El Poder que permite transformar la representación en realidad y viceversa.
Patricia Molina
Septiembre 2005

1 Comments:

  • At 8:30 PM , Blogger Unknown said...

    ...Hola... una buena entrada a tu blog... aunque el tema esta aún lejos de la comprensión de todo el mundo... Quien cuestiona los principios de la realidad... es mas real... aunque parezcan fantasias metafisicas.

     

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