cultura y simulacro

El presente expone textos que se refieren a la constatable no realidad que experimentamos

Tuesday, August 19, 2008

Democracia exclusiva



El trabajo de historización adquiere relevancia al referir el estado del sujeto femenino y como este se ha ido imbricando a través de la historia y los discursos.

El sujeto femenino no posee un texto fundacional que de cuenta de las vinculaciones de lo femenino con lo sexual, lo político o de su exclusión de la calidad ciudadana.
Fraisse señala a este respecto “Únicamente la genealogía de este tiempo histórico nos revelara la estructura de lo que debemos pensar hoy, la relación entre la familia y la ciudad, la articulación entre los dos gobiernos, el gobierno doméstico y el gobierno político” (Los dos gobiernos: la familia y la ciudad)

En la musa de la razón describe a través de una revisión historiográfica, como operan las argumentaciones discursivas que luego construyen las nociones respecto del espacio para lo femenino. Obteniendo la posibilidad de pensar el tema de la diferencia sexual a través de la reconstrucción de una historia femenina en relación a una constante a través de la historia o llegar a la consideración que la diferencia es un asunto netamente político.

Pero para llegar a ambas posturas es necesario antes enfrentarse al entramado histórico que nos conduce al momento actual. Momentos de quiebre en las lógicas y de construcción de nuevas formas de entender el mundo, en las que no se modifica el espacio para lo femenino y sólo la otra mitad obtiene libertad.

El momento histórico sobre el cual escriben las autoras que problematizan esta temática, están localizados en momentos constitutivos de los paradigmas modeladores del devenir histórico. La observación del sujeto femenino, su lectura y su silencio son piezas de un objetivo político en el cual están insertos.

La develación de las tensiones constitutivas en los discursos posibilita la reacción crítica a los presupuestos básicos del liberalismo o de la Republica.

Las autoras que refieren a la problemática exclusiva del discurso moderno, lo hacen a través de una revisión del concepto de familia y su re-entendimiento al momento de constituir las bases del estado moderno. Susan Moller Okin, con su concepto de la familia sentimental; Carol Pateman con la idea de contrato sexual y Genevieve Fraisse con la noción de la madre cívica. Fraisse, además en la Musa de la razón, se refiere a la recomprensión de la idea del ejercicio racional y su implicación con el sexo.

La primera autora realiza una revisión histórica desde finales del siglo XVII, momento en que comienza a afianzarse el discurso moderno y el proyecto iluminista, centrado primordialmente en la racionalidad como herramienta constructiva de los proyectos sociales.
Esta autora dialoga con el discurso de Hobbes, señalando que la teoría política moderna ficciona un estado de naturaleza asociada al caos para luego argumentar en pos de una lógica binarista. En esa idea del estado salvaje del mundo, las mujeres tendrían cierta ventaja frente a los hombres, ya que ellas usufructuarían de la fortaleza masculina, a través de sus hijos y esposos.
Cuando se alcanza el dominio sobre la naturaleza a través de la razón y se instaura lo civil, las mujeres se subordinan. El último aspecto es el que, según la autora, es problemático ya que el pacto según el cual se da la subordinación femenina no ha sido explicitado, las mujeres no han pactado, han sido engañadas o conquistadas, así ellas no participan en la sociedad, otros la representan.

Otro de los autores de los discursos fundacionales de la racionalidad moderna es Locke, quien realizará un planteamiento en el que explícitamente esta en contra de la idea de subordinación, sin embargo esto no ocurre en el caso femenino.

Al referir la noción de familia, padre y madre serán sus figuras constitutivas. El ejercicio de roles no se hará extensivo dentro de lo social. La figura del patriarca se instala en el ámbito familiar y se le suma un objeto vinculado a la familia, la mujer.
El proceso de vinculación del objeto femenino con la familia haría reposar en esa relación la reciprocidad necesaria, a través del amor, para que la mujer se adueñara de su ser como sujeto. Esta racionalidad consolida las nociones de diferenciación sexual y de roles.

Lo publico y lo privado quedan escindidos, no comparten igual lógica, esta forma constitutiva sería intrínseca al estado moderno, la inclusión le sería impensable. En el momento histórico en que se centra la autora, se esta configurando un cambio en los modelos de subordinación.

Carol Pateman se centra en el cambio hacia lo laico, revisando porque no ocurre el proceso esperable de una emancipación femenina, la autora sostiene que ese resultado obedece a que en el momento en que se establece la lógica de la igualdad se piensa también la construcción del régimen de la familia. Nuevamente dos ordenes en los que las relaciones de poder actúan de manera dialéctica y diferenciada.

Para ella, el proyecto indidividualista liberal, elabora un concepto de ciudadanía para los hombres y, todavía más, su materialización política, depende de la ratificación de un acuerdo no escrito pero sí implícito entre los mismos, que alude directamente a la salvaguarda de lo doméstico
como espacio de reproducción social, donde las mujeres son recluidas, y que constituye el factor garante de su libertad como individuos.

Genieveve Fraisse también se centra en esta vinculación ante momentos históricos determinantes y los discursos que le dan forma.
Instalada históricamente en la revolución francesa dialoga con el discurso de Rousseau y algunos conceptos que problematizan las nociones de sujeto femenino y su autonomía.

La autora señala que con la construcción del contrato social queda en evidencia el patriarcado, monarquía y familia estaban regidas bajo una misma lógica de dominación. Una figura masculina encarnando el poder.

La idea moderna de ciudadano se presenta como un logro fundamental para la revolución democrática, sin embargo esta noción surge cargada de exclusión imposibilitando su reelaboración inclusiva. El dominio público de la ciudadanía moderna se basa en la negación de la participación de las mujeres.
Esta exclusión ficcionaba una significación universal y daba curso a la distinción público/privado, lo que condujo a la identificación de lo privado con lo doméstico siendo la inauguración del texto que respaldaba la subordinación de las mujeres

Rousseau señala la necesidad de delegación de voluntad como elemento constitutivo del contrato social, lo que no sería encarnado por la figura monárquica que no considera la voluntad ciudadana, es decir existe una lógica en la que el ciudadano delega su voluntad de representación., sin embargo, para el autor es un sofismo realizar una igualación de monarca con padre de familia, él destruye el paralelo entre ambas figuras para que lo heterogéneo no ingrese en el ámbito privado. La delegación de voluntad no se realiza en orden privado, ese gobierno no es puesto en cuestión.

Parafraseando a Genieveve Fraisse, de este modo con la anulación del paralelo, se construye la anulación más efectiva del adversario, aquella que se tramita a través del silencio. La no consideración de la existencia de un problema, ni siquiera para nombrarlo, es el mejor modo de anular todo planteamiento problemático. Rousseau no realiza una justificación del porque no ingresa la mujer a la ciudadanía, simplemente elude el punto señalando que no se pueden igualar ambos gobiernos, que corresponden a realidades diferentes.
Rousseau en su Discurso sobre el origen y el fundamento de la desigualdad entre los hombres realiza una crítica radical de la desigualdad social, política y económica. Siendo este el autor que desarrolla el discurso filosófico fundacional de la lógica que encarnará los ideales revolucionarios, resulta clave observar como se excluye a la mujer con estrategias retóricas.
En Emilio o la educación encontramos esta cita:
Preferiría cien veces una muchacha simple y educada toscamente que una muchacha sabia e instruida que viniera a establecer en mi casa un tribunal de literatura del que ella se constituyera en presidente. Una marisabidilla es el azote de su marido (). Todas esas mujeres con grandes talentos no influyen sino en los necios (). Toda esa charlatanería es indigna de un mujer honesta (). Su dignidad es ser ignorada; su gloria está en la estima de su marido; sus placeres están en la felicidad de su familia. () Toda joven literata quedará soltera de por vida cuando sobre la tierra no haya más que hombres sensatos.

Otra cita a través de la cual observamos como Rousseau señala realidades inamovibles respecto de la naturaleza de ciertos grupos que deben ser excluidos. Apelando a una naturaleza que es asimilada a animalidad, por ende, el extremo opuesto a la razón.

Hay tres clases de personas en la sociedad más que de la sociedad; la sociedad debe protegerlas, pero ellas no están hechas para defender a la sociedad; pertenecen a la sociedad natural más que a la sociedad política, a su familia más que al Estado. Se trata de los niños, de las mujeres y del pueblo, es decir, quienes ejercen una profesión puramente mecánica. Es la debilidad de la edad, del sexo y de la condición. (Fraisse, G. Los dos gobiernos: la familia y la ciudad)


Fraisse centrada en la igualdad, la tensiona al poner en cuestión el concepto y su connotación inclusiva. La revolución francesa implicaría la transformación del lazo social y la diferencia de los sexos, por un lado se instaura un orden universal por el otro quedan en evidencia las exclusiones. Denomina ficción la idea de universalidad, al constatar la estrategia con que Rousseau sella la posibilidad de modificación del régimen privado.

La construcción de la modernidad bajo la supeditación a la razón y todo el proyecto iluminista que emerge para configurar de un modo estructurado los ideales de progreso ilimitado, igualdad y universalidad se enfrentan a estrategias en las que se suspende la racionalidad en pos de intereses ligados a esferas ideológicas.

La suspensión de la razón alcanza incluso a uno de sus grandes bastiones, la ciencia médica, en dónde Fraisse, en la musa de la razón, se detiene a revisar como se mantienen y difunden ideas como la sexuación del intelecto femenino y las grandes imposibilidades biológicas para que esta participe de la vida pública. Todos los discursos elementos de una estrategia para alejarlas de la visibilidad y de la apropiación de la idea de igualdad para ellas.

Según la autora, la paradoja de este momento histórico esta señalada con la ciudadanía, que las excluye y a la vez las hace aparecer simbólicamente en lo público como “madres cívicas”

En musa de la razón, Fraisse señala la necesidad de volver a referirse al saber sobre la diferencia de los sexos y de la diferencia de los sexos en el campo del saber. Poniendo la epistemología como central para el reentendimiento de estas implicaciones. En ese sentido poner en tensión algunos conceptos es necesario para ubicar los pliegues en que el silencio a escondido al sujeto femenino. Distintos autores desde la actualidad han puesto en cuestión distintas nociones, una de ellas la objetividad, una racionalidad neutral. Este aspecto resulta clave para pensar políticamente como se va constituyendo una subjetividad frente a lo femenino.

Más que una estrategia discursiva simplemente el silencio y la exclusión han sido las tónicas que han configurado el espacio de lo femenino a través de la historia. Fraisse se refiere a lo político de la exclusión de la mujer del mundo cívico, dejando el tema del sexo de la razón como una inquietud que ronda por su revisión histórica de procesos que se nos exhibían sellados.

Para la autora contar la polémica en torno a la razón de las mujeres, esta ligada también a comprender como se reelabora el vínculo y la diferencia tras el periodo revolucionario. Observa como distintas instituciones y autores refieren las posturas que comienzan a articular como serán las consideraciones respecto de la mujer.

La diferenciación política de los sexos estaba teñida de intereses políticos y sociales, de ahí que esta es observada a través de la designación de una diferenciación ontológica entre los sexos, la cual debe ser construida para darle sentido a una exclusión civil.

Las figuras que se construyen para hacer encajar las nociones de mujer y razón, presentan a la Musa, como la alteridad sin peligro puesto que su presencia no es real. Utilizar la figura de musa de la razón, señala el gesto de la construcción de un espacio elevado para la mujer en que ella no es una igual, no se explicita su inferioridad porque esta no es comprobable más que por mitologías o concepciones tendenciosas, pero el lugar femenino no es en competencia con lo masculino, para esto se guarda la figura del mono, la mujer que rivaliza.

Estas figuras simbólicas, datan la estrategia con que se desarrolla la interpelación a lo largo del texto que Fraisse realiza, las ideas que se debaten, configuran la subjetividad respecto al deber ser femenino dentro de cada época y como su entendimiento esta cruzado por los intereses de distintas instituciones, las que intervienen su configuración.

La construcción de ontologías, de estados de naturaleza humana o de figuras simbólicas, obedece a una configuración más mitológica que racional, sin embargo, es parte constitutiva de los discursos elaborados en pleno positivismo. Estas estrategias discursivas ligadas a la ficción más que a la racionalidad, ha sido un aspecto revisado por diversos autores, Hans Robert Jauss trabaja la idea de la construcción mítica que fue necesaria para consolidar el discurso positivista. La figura del buen salvaje en Rousseau, el cambio de nombre de los meses tras la revolución francesa, entre otros ejemplos, constituyen construcciones míticas que cuestionan la idea de objetividad y razón como únicos elementos que contribuyen a los discursos modernos.

A luz de lo anterior es posible señalar que la razón opera de manera antojadiza para servir los intereses de grupos específicos en los que no se incluye a la mujer. La aceptación de la racionalidad femenina a la par que la masculina significaría su inclusión.

El ejercicio que desarrolla Fraisse de esta recuperación de una memoria que se cuestione el papel femenino y el cómo este se ha configurado a través de la historia. Se desarrolla en pos de la búsqueda de una nueva representación.

La relación mujer/conocimiento es revisitada y la autora no llega a ninguna conclusión, para ella todavía no es posible señalar si la razón es sexuada y de que manera esta lo es.

A mi parecer estas revisiones historiográficas refuerzan la noción exclusiva con que se ha configurado el devenir histórico.
El intento de ingreso en las lógicas que desde un comienzo han señalado la exclusión, son permanentemente puntos de inflexión para elaborar una reconstrucción del sujeto femenino igualitario en su interior.

La razón y el conocimiento se presentan como uno más de los aspectos que han sido utilizados por intereses políticos para reafirmar la exclusión femenina. De ahí que en la actualidad autoras como Fox-Keller o Dona Haraway estén también cuestionando la naturaleza de la razón y la objetividad. La historia nos señala, el cuando y el cómo se ha hecho efectiva la anulación y a través de la historia datamos la dificultad de los logros reivindicativos, quizás obedece a que la matriz que era la razón antojadiza esquivaba los torpedeos feministas.

Me siento más cercana a la postura de que la cuestión de la diferencia de los sexos es política y que no basta únicamente la revisita teórica.
La mujer será constantemente la invitada de piedra del conocimiento, una visitante porfiada que debe trabajar a dos frentes, en la elaboración de textos pero también en la formulación de cambios sociales que den cuenta de su reconsideración como sujetos.














Bibliografía



Geneviève Fraisse

La musa de la razón
Ediciones Cátedra, Madrid, 1991

Geneviève Fraisse

Los dos gobiernos: la familia y la ciudad
Ediciones Cátedra Madrid, 2003.


Hans Robert Jauss

Las transformaciones de lo moderno: estudios sobre las etapas de la modernidad estética.
Visor, Madrid, 1995.

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